20 Abr Valle-Inclán y el esperpento
El teatro ahora mismo es un arte minoritario. No es que lo diga yo, es la realidad a la que se le ha condenado con la aparición del cine y de las series. Es más, en esta era donde cualquiera puede tener un home cinema y ver películas o series con gran calidad de imagen y sonido a través de Internet, no le quedaba más sitio que uno marginal.
Este género literario ha sido uno de los más importantes durante el comienzo del siglo XX. Sin ir más lejos, el teatro lleva siendo el opio del pueblo desde su aparición hasta la llegada del fútbol. Bien es sabido que en Grecia y Roma había teatros al aire libre, más tarde fueron sustituidos con edificios que tenían un patio y al final por recinto cerrados donde la climatología adversa no pudiera interrumpir la puesta en escena.
Valle-Inclán fue uno de esos autores prolíficos en el género teatral que utilizó con acierto su habilidad para llevar una crítica social a los escenarios. La creación del esperpento o esa deformación grotesca de la realidad que muchos comparan con el espejo cóncavo/convexo que deforma la imagen fue muy acertada a principios de siglo. Es más, eventos como las guerras de Marruecos, la Primera Guerra Mundial o la pandemia de la mal llamada Gripe Española hicieron que el esperpento, a ojos actuales, se quedara corto.
Una de las obras que más me gustan de toda la literatura es Luces de bohemia. La verdad es que nunca sé por dónde empezar a hablar de ella ya que tiene tantas cosas tan geniales que es difícil decantarse por una. Quizá la más importante sea el instinto de supervivencia y los estragos que causa a su alrededor. Se puede observar cómo España es un país bastante dañado política y socialmente y que los individuos carecen de moral. Esta carencia les va a guiar a cometer atrocidades para poder salvar el pellejo propio de la época que les ha tocado vivir.
Quizá uno de los rasgos más característicos sea la crítica política y la ironía que carga todo el texto. No sin razón, Valle utiliza las figuras de los políticos y diversos nombres de los personajes como alegorías irónicas sobre su personalidad y el futuro que les espera. No es casualidad que aparezca Zaratrustra, asociado a Nieztche; o Max Estrella, un ciego que no tiene suerte. Además, pone de relieve cómo funcionan la burocracia, la justicia y las fuerzas del orden en la época.
Evidentemente, todo está deformado para que la realidad parezca peor de lo que es pero, ¿está tan deformada como para llegar a ser esperpéntica?
La respuesta, a mi ver, es que no. No está tan deformada ya que la época era muy convulsa. No hace mucho tiempo se había prohibido el duelo en público por motivos como la honra, seguía habiendo un clima de terror y hambre, la política española estaba enquistada y a esta época le seguirían dos dictaduras y una república, etc. Además, esta deformación no es gratuita, apenas se puede considerar deformación en muchos aspectos ya que hay literatura, histórica en este caso con análisis, que nos ilustra cómo dicha sociedad estaba de desesperada y de hambrienta. No olvidemos que se morían de hambre a principios de siglo, que la pobreza era algo así como un “bien común” y que las desgracia en forma de guerras o epidemias se cebaron con la población.
Después de analizar bien toda la obra, creo que el esperpento nos lo hemos inventado nosotros más que Valle. Es algo que hemos querido ver con nuestros ojos actuales de abundancia en comparación con la vida que llevaba la sociedad en aquella época. No creo que sea de casualidad que todos los eventos acontecidos a principios del siglo XX llevaran al esperpento sin esconder detrás la cruda, fría y oscura verdad: la realidad era más esperpéntica que el propio esperpento.