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La propaganda y la literatura del siglo XX

Como he ido hablando estos días, la literatura del siglo XX en España transita por diversas influencias y estilos. Además, los eventos históricos fueron muy importantes en la difusión de ideas y de diferentes cánones literarios los cuales tuvieron vigencia durante esta época. El desastre del 98, la Primera Guerra Mundial, la guerra de Marruecos, la dictadura de Primo de Rivera, la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial y la dictadura de Francisco Franco fueron los hechos más relevantes a la hora de entender por qué la literatura tuvo tantos giros durante este siglo.

En el anterior artículo introduje el texto periodístico y di un pequeño repaso a aquello que era periodismo durante su creación y en lo que se ha convertido. Esta vez me centraré más en la publicidad, siendo la propaganda el objeto del artículo. La propaganda se entiende como la difusión de una información afín a un interés por parte del emisor. Este interés, como bien se puede deducir viendo sus orígenes y su momento de mayor esplendor, suele ser ideológico. La propaganda tuvo su auge en la revolución rusa, el ascenso de Hitler al poder y la consolidación del imperialismo estadounidense (mal llamado americano ya que Estados Unidos no es América, sino un país de los muchos que conforman el continente).

El auge se entiende por la necesidad de emitir panfletos que apoyaran la causa de uno u otro bando. Mencionar varios objetos de propaganda como la foto de Lenin indicando el camino al Ejército Rojo, las imágenes de Hitler alzando una bandera con la esvástica y un águila real de fondo (el águila real siempre ha sido un símbolo utilizado por los imperios significando la grandeza de ellos) o el célebre “We want you” estadounidense con el “Tío Sam” señalando a todo aquel que observe el cartel. Estos ejemplos nos podrían bastar para entender que la propaganda siempre ha sido un medio de persuasión y de control de la población. Además, en una película buenísima como Enemigo a las puertas se observa que esta propaganda está exagerada para ayudar a la intención persuasiva (uso de la hipérbole lingüística e icónica).

A día de hoy, la propaganda es aquello que nos dejan en los buzones con las ofertas de las diferentes cadenas de productos alimenticios, informáticos, inmuebles, etc. Sin embargo, esto sería publicidad y no propaganda ya que no nos están ofreciendo una ideología, sino exponiendo el producto para que nosotros elijamos o no la compra del mismo. Esta diferencia sería crucial a la hora de diferenciar ambos conceptos.

Ahora es cuando debemos preguntarnos, ¿y España?

España ha sido uno de los sitios con mayor propaganda. Esta propaganda podría decirse que comenzaría en forma de historias que cantaban los juglares y que alentaban a la población a unirse a la Reconquista. Podríamos observar propaganda nacional y crítica en muchos de los sonetos de Quevedo, uno de mis poetas favoritos. Más adelante, la aparición de los periódicos opacó la función propagandística e ideológica de la literatura, pero no la desterró. Y se sabe que no la desterró porque, como bien sabremos, se vuelve a notar con mayor presencia en la Gº del 98.

A partir de este momento es cuando la literatura va a tener un espíritu combativo, social y de cambio. A ello se llega exponiendo ideas y proponiendo soluciones como hicieron Unamuno, Antonio Machado, Valle-Inclán u Ortega y Gasset. El ejemplo del 98 no es el único ya que, como bien se puede observar, la Generación del 27 tuvo a uno de los mayores propagandistas del siglo en la figura de Rafael Alberti. Alberti fue un excelso poeta y un gran creador que también hizo teatro y pintura. Sin entrar a valorar su ideología ya que me no interesa, si se puede observar que su afán creador no solo iba encaminado a la literatura, sino también a la política. En composiciones como Mitín se puede observar este hecho, también influido por la lucha ideológica que imperaba en España.

Más adelante, se puede ver como la temática social de la poesía de posguerra vira hacia la lucha y el cambio, ofreciendo soluciones y tiñéndose de colores ideológicos. Este hecho resulta una consecuencia directa de la censura y la represión de un régimen dictatorial como fue el franquista. Los autores estarían comprometidos con el cambio y la libertad frente a una doctrina que les obligaba a crear y a expresar aquello que le interesaba. He aquí un ejemplo en la obra de Jaime Gil de Biedma:

De todas las historias de la Historia
la más triste sin duda es la de España,
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
quisiera terminar con esa historia
de ese país de todos los demonios.

A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos triste; en otra España,
en donde ya no cuenten los demonios.

Pido que España expulse a esos demonios.
Que sea el hombre el dueño de su historia.
De todas las historias de la Historia
la más triste sin duda es la de España.

Jaime Gil de Biedma, Triste historia.

De todas formas, conviene no olvidar estos autores no solo se limitan a los que estaban censurados ya que había varios a favor del régimen. Estos autores, benditas paradojas tiene la vida, pueden estar reflejados en ciertos elementos de la actualidad. Recordemos que una dictadura siempre persigue la grandeza nacional y la exaltación de la patria mediante propaganda. Es más, la URSS y Estados Unidos mantuvieron una Guerra Fría que bien se podría haber denominado propagandística debido a la forma tan frívola de sacar músculo y pecho con sus avances mientras denostaban al rival ideológico. Y Estados Unidos no era una dictadura, al menos en lo que concierne a la forma de gobierno. Y digo la forma de gobierno ya que ha impuesto su estilo de vida a una gran parte del planeta, pero eso sería otro tema.

Al final, nos queda solo observar cómo la historia se repite, hagamos lo que hagamos. La propaganda no es un elemento nuevo, ni siquiera es algo que no conozcamos, pero sí que no nos paramos a analizarla como se merece en esta época tan convulsa. La paz nerviosa que hemos tenido durante años se ha debido a la cantidad de propaganda que nos han tirado a la cara. Además, las redes sociales han contribuido a esta propaganda y ya no son anuncios o imágenes, ahora también son personas que tienen cierto prestigio dentro de su profesión que pretenden captar con su discurso a aquellos que les presten atención. Es curioso observar cómo se ha vuelto a los tiempos del orador en el ágora y se ha deteriorado el cartel simbólico y propagandístico como los que mencionaba al principio del artículo.

De aquí deduzco un par de conclusiones: se debe hacer hincapié en esta variedad comunicativa para enseñar a los estudiantes a ser críticos con lo que leen y escuchan y se debe entender que la propaganda no es mala, los lectores son los que deben juzgar si comulgan con ella o no.



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