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Antonio Machado, Mairena y la política

Siguiendo en la línea del anterior artículo, voy a volver a realizar un pequeño paseo diacrónico de todo lo que está sucediendo a día de hoy y algunas cosas que se demandan en la educación. Creo que esta perspectiva literaria puede ayudar a muchos a entender la sociedad y la postura que se puede adoptar en cuanto a la situación actual.

La literatura, junto con la historia y la filosofía, pueden dar muchas explicaciones a eventos que sucedieron, suceden y sucederán. Los hechos históricos se ven reflejados en el pensamiento humano y los sentimientos y diferentes posturas pueden reflejarse en obras, ya sean o no literarias, que ahondan en la psicología y en la ética moral. Estas disciplinas alimentan a la política, que sería aquella que se encarga de lo que sucede en las polis o ciudades. De hecho, a día de hoy, la política está en todos los estratos sociales, por lo que es pertinente volver a recordar el tan convulso siglo XX.

Antonio Machado fue uno de los más grandes poetas que hubo y habrá en lengua castellana. Sus obras tienen un carácter intimista y simbolista desarrollado desde la sencillez de la palabra. Una de sus obras, Campos de Castilla, suele ser la que más se estudia en el bachillerato debido a su carga regeneracionista y a su línea modernista en cuanto al estilo.

Sin embargo, la obra que traigo es la que me tocó a mí analizar en mi EvAU, anteriormente llamada PAU o Selectividad, en junio de 2010. Ha llovido un poco ya que, últimamente, no se suelen incluir textos literarios en dicha prueba, al menos en Madrid. La obra es Juan de Mairena. Este libro me parece muy didáctico ya que habla de múltiples temas desde la perspectiva de un profesor de la época. Evidentemente, todo contenido está sesgado y condicionado a los ideales del autor y la época en la que vivió.

El texto al que me enfrenté en aquella selectividad fue el siguiente:

“La política, señores -sigue hablando Mairena-, es una actividad importantísima… Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente, contra vosotros. Sólo me atrevo a aconsejaros que la hagáis a cara descubierta; en el peor caso con máscara política, sin disfraz de otra cosa; por ejemplo: de literatura, de filosofía, de religión. Porque de otro modo contribuiréis a degradar actividades tan excelentes, por lo menos, como la política, y a enturbiar la política de tal suerte que ya no podamos nunca entendernos.

    Y a quien os eche en cara vuestros pocos años bien podéis responderle que la política no ha de ser, necesariamente, cosa de viejos. Hay movimientos políticos que tienen su punto de arranque en una justificada rebelión de menores contra la inepcia de los sedicentes padres de la patria. Esta política, vista desde el barullo juvenil, puede parecer demasiado revolucionaria, siendo, en el fondo, perfectamente conservadora. Hasta las madres -¿hay algo más conservador que una madre?- pudieran aconsejarla con estas o parecidas palabras: “Toma el volante, niño, porque estoy viendo que tu papá nos va a estrellar a todos -de una vez- en la cuneta del camino”.

Antonio Machado, Juan de Mairena.

El texto es bien sencillo: habla de la necesidad de hacer política y de la inclusión de los estudiantes de educación secundaria en ella. Hacer política no significa partidismo, tampoco significaría identificación con unos ideales ya que, como se puede entrever, los seres humanos son cambiantes y, recogiendo la cita de Ortega y Gasset, yo soy yo y mis circunstancias.

Siguiendo con este texto, Machado pretende que se incluya a los jóvenes en la política y en razonamientos para que la propaganda no les cree un ideal que lleven por bandera. Este hecho es curioso ya que en las programaciones y en el BOE, también en mis estudios de Máster, se incluye que los profesores deben acercar la política a los estudiantes. La pregunta sería, ¿cómo realizamos este acercamiento?

El acercamiento a la política, a mi ver, se debería hacer mediante el debate y la exposición de ideas. Como mencioné al principio, la literatura es una exposición de ideas y de sentimientos que pueden ayudar a enfocar este debate. Es más, la literatura ha servido en muchísimas ocasiones como precursora de las ideologías. No se deben olvidar las odas a los combatientes de la URSS, los discursos del partido Nacional Socialista, los poemas de la celebrada Generación del 27 y posteriores y un sinfín de composiciones anteriores que adoptan posturas políticas o religiosas.

En una clase sobre el Barroco se puede observar cómo la decadencia del imperio español deja en la sociedad una huella que se expresa con una larga lista de grandes sátiras y críticas como pueden ser las de Quevedo. Al ver el tema de la Ilustración qué menos que leer a Jovellanos o al Padre Feijoo y sus numerosos ensayos sobre cómo debería ser el país y cómo está funcionando en aquellos momentos. Además, se puede observar también mucha política en obras de Galdós, como Doña Perfecta, un estudio sociológico y una forma de hacer política según los intereses de los líderes de un pueblo, una ciudad o un estado.

La clase de literatura, a mi ver, debería incluir este debate político ya que se necesita tener en cuenta un contexto histórico y sociocultural para abordar con garantías de éxito la explicación de una corriente literaria. El problema al que se enfrenta esta política que pretendía Machado es la política actual. Los debates actuales no sacan a la luz razones, sino insultos, lo cual dista mucho de una ejemplificación de unos hechos y un análisis posterior. Es más, muchos de los datos están sesgados o son utilizados a favor del que los enuncia sin rigor científico.

La política que pretendía Machado era una política con razones de peso, universales, con un gran componente de autocrítica y de participación social. Esta política, llevada a la literatura, puede ayudar a que los jóvenes de hoy en día no giren como una peonza a través de las redes sociales y los “influencers”. No. Dicha política lo que pide es un criterio razonado y analítico en el que se pueda admitir que ningún hecho depende de una dicotomía entre el blanco y el negro y que, por mucho que pese, en este mundo nada es perfecto excepto la naturaleza. O, por lo menos, es lo que yo pienso que quería Antonio.



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